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José Balta (1868-1872)

José Balta y Montero, nacido el 25 de abril de 1814 en Lima, fue un militar y político peruano que ejerció la presidencia del Perú entre 1868 y 1872. Su mandato se asocia principalmente con ambiciosos proyectos de infraestructura, especialmente la construcción de ferrocarriles a gran escala, que tenían como objetivo modernizar la economía del país. Sin embargo, su gobierno terminó de manera trágica, ya que Balta fue derrocado en un golpe de Estado en 1872 y posteriormente asesinado.

Proveniente de una familia influyente, José Balta recibió formación militar y ascendió en las filas del ejército peruano. Jugó un papel importante en varios conflictos internos y se convirtió en una figura militar respetada. En 1868, fue elegido presidente del Perú, tomando las riendas de un país que buscaba modernización económica tras años de inestabilidad política.

Durante su mandato, Balta emprendió reformas económicas orientadas a modernizar la infraestructura del país. Uno de sus proyectos más ambiciosos fue la construcción de ferrocarriles que conectaran las regiones costeras del Perú con las tierras altas andinas. Contrató al ingeniero estadounidense Henry Meiggs para supervisar estos proyectos. Aunque estas obras ferroviarias fueron vistas como avances significativos para la integración económica del país, también condujeron a un aumento considerable de la deuda externa del Perú, que pesó sobre la economía a largo plazo.

El gobierno de Balta también estuvo marcado por una relativa estabilidad política, pero hacia el final de su mandato surgieron tensiones políticas internas. En 1872, cuando Balta se acercaba al final de su presidencia, fue derrocado en un golpe militar liderado por el coronel Tomás Gutiérrez, quien buscaba tomar el poder. Poco después del golpe, Balta fue encarcelado y luego asesinado por los partidarios de Gutiérrez, un evento que conmocionó a la nación peruana.

La muerte de José Balta marcó el final de un período caracterizado por grandes esperanzas de modernización, pero también por una constante inestabilidad política. Su legado se percibe a través de su ambición de modernizar el país, aunque sus proyectos de infraestructura también contribuyeron al agravamiento de la crisis económica del Perú.